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El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha decidido ampliar el número de efectivos militares en Afganistán, según las informaciones periodísticas que no han sido desmentidas. En principio, unos 34.000 soldados más formarán parte de la nueva estrategia americana para tratar de reconducir la situación desde que invadió el país en 2002, por orden de George W. Bush, para capturar a Bin Laden y desmantelar su organización terrorista, Al Qaeda. En esta operación participan numerosos países bajo la cobertura de las Naciones Unidas, entre ellas España.

Siete años después Bin Laden sigue libre, Al Qaeda ha ampliado su radio de acción en el mundo y los talibanes continúan imponiendo su voluntad a los afganos. Si hay un ejemplo del fracaso de la intervención occidental en Afganistán es la proliferación del uso del burka en todo el país, otro tanto podría decirse del proceso de democratización a tenor del resultado de las últimas elecciones presidenciales.

Obama incumple su promesa de retirada progresiva de las tropas americanas en Afganistán, al contrario las aumenta sin que queden muy claras las razones que justifican este cambio de estrategia. De todos modos, lo peor es que los motivos por los que estalló el conflicto siguen siendo tan válidos como hace siete años.

En este dinámica resulta incomprensible que desde el Gobierno español se filtre que ya está en estudio, también, la ampliación del contingente militar que nuestro país aporta a la coalición internacional. Además del amparo de Naciones Unidas, la presencia de nuestro Ejército en los conflictos debería quedar justificada con resultados.