El proyecto de la llamada fachada marítima, una de las iniciativas urbanísticas más importantes de Palma de las últimas décadas, está dejando al descubierto las consecuencias de la adopción de decisiones políticas de la máxima trascendencia condicionadas por la defensa de unos intereses particulares. El impulso institucional a la iniciativa "la necesidad de dotar a la ciudad de un palacio de congresos como elemento central de la desestacionalización turística de Mallorca" promovido desde el Govern y el Ajuntament por el president Matas y la alcaldesa Cirer, respectivamente, durante la pasada legislatura, ha quedado encallado por el anunciado abandono del Grupo Barceló, que después de forzar modificaciones sustanciales del proyecto en su beneficio "ampliando la altura del hotel, reduciendo las plazas del aparcamiento y obteniendo una aportación de 30 millones de las arcas municipales", deja las obras acuciado por sus dificultades financieras para seguir adelante con el pretexto de unos sobrecostes que no ha logrado justificar.
Editorial
Impedir el desastre de la fachada marítima
Palma04/10/09 0:00
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