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La organización terrorista ETA se encargó ayer de romper el sosiego de una nueva jornada estival en la Isla. En esta ocasión, los terroristas eligieron diversos puntos de Ciutat para actuar.

Comenzaron por el Portixol. «Estaba trabajando y oí un ruido fuerte y seco. El restaurante estaba recién abierto y no había mucha gente. En principio, pensé que era un escape de gas». Así describía el cocinero Mariano Gargiulo el momento de la explosión en el restaurante La Rigoletta, pasadas las 14:20 horas. «Yo acababa de salir a hacer un recado y cuando entré se produjo un fuerte estruendo. Salió mucho humo y se hundió el baño de señoras. Hay gente que dijo que había una mochila. Los clientes se asustaron, aunque no hubo escenas de pánico», relataba otra trabajadora del restaurante. Los propietarios del restaurante se encargaron de llamar a los bomberos, que se personaron de inmediato en el local.

Gonzalo Peña comía en el restaurante en ese momento: «Sentí un golpe seco y las mesas temblaron un poco. No fue un sonido fuerte, por eso no cundió el pánico. Salía humo y olía a pólvora. Al poco tiempo, llegó la policía y nos desalojaron. No he visto a ningún herido».

Otra testigo, Cristina Aparisi, describió la explosión como «un ruido sordo, como una mascletà». «Yo estaba comiendo en la terraza con mi hija, mi nuera y mi nieta y tras la explosión hubo un gran caos, salió corriendo una familia que celebraba un bautizo y los camareros, muy nerviosos y alguno medio llorando». Al final, «el responsable nos dijo que nos marcháramos, que ya pagaríamos otro día».

De inmediato, se desalojaron también los restaurantes vecinos de Tapelia y Diablito. En total, en torno a 150 trabajadores y clientes de los tres establecimientos fueron desalojados en el Portixol.

Trabajadores del Tapelia explicaron que se oyeron las explosiones en la parte de atrás del restaurante. «La explosión fue fuerte y salió mucho humo negro tóxico», dijeron. El último en desalojar fue Diablito. «Pensé que era una fuga de gas», aseguró Àlvaro González, responsable de Diablito de Portixol.

ETA siguió su envestida en El Molinar, en el bar Enco, donde explosionó una segunda bomba. Mateu Coll es un vecino de la zona, que vive a escasos metros de ese lugar. «Estaba con la familia y los niños preparando la comida en casa, hemos visto por la tele lo de la explosión de la Rigoletta y ha empezado a llegar policía por aquí, hemos bajado de casa con los niños y han desalojado la zona». Tanto Mateu como otros de los vecinos desalojados y personas que se encontraban por la zona coincidieron en señalar que «lo último que nos faltaba era esto».