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Honduras es uno de los tres países americanos más pobres. Su población apenas alcanza los ocho millones de personas y las estadísticas lo sitúan en el puesto 125 del mundo en cuanto a desarrollo. Como ejemplo, baste decir que España está en el octavo lugar con un PIB per cápita de 32.000 dólares anuales, frente a los 2.800 dólares de cada hondureño.

Con estas credenciales, las autoridades "presentes y pasadas" de ese pequeño país centroamericano están dispuestas a provocar sangrientos enfrentamientos sociales en vez de solucionar de manera firme y directa sus problemas políticos, económicos y sociales.

La salida del antiguo presidente, Manuel Zelaya, a través de una maniobra del Tribunal Supremo para evitar que violara la Constitución del país en su intento por prolongar su mandato más allá de lo establecido por la Carta Magna, ha propiciado una suerte de 'vodevil' de consecuencias imprevisibles.

Zelaya no ha hecho más que buscar apoyos poco probables en el escenario internacional, sabiendo que él mismo pretendía saltarse a la torera las leyes fundamentales de su país. Ahora le queda la pataleta y de esta forma está actuando en las últimas horas, llevando el 'vodevil' a la frontera nicaragüense.

Miles de hondureños le apoyan, por lo que la situación podría volverse explosiva. Zelaya no da muestras más que de una enorme irresponsabilidad al poner en peligro la vida de sus compatriotas. El problema de su país debe solucionarse por vía dialogada y democrática. Quizá lo más inteligente sea convocar elecciones anticipadas "a las que Zelaya no podrá presentarse, pues así lo dictamina su Constitución" y, desde luego, intentar sacar la nación de la miseria a la que le condenan sus dirigentes.