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Por fortuna, parece que las consecuencias de la nueva gripe no son tan dramáticas como podía temerse en un principio. La experiencia previa con la gripe aviar ha tenido como efecto que el conjunto de las naciones se encontraran mejor preparadas que nunca ante la posibilidad de una pandemia de carácter global. La expansión de la enfermedad está siendo rapidísima y, a pesar de las primeras informaciones, parece que en un entorno desarrollado e higiénico resulta fácil combatir esta gripe. A pesar de no contar con una vacuna, los medicamentos antivirales, contar con la información adecuada y seguir los consejos de las autoridades sanitarias para frenar los contagios pueden propiciar que lo que podría convertirse en una catástrofe humana "quizá en algunos países menos desarrollados sea así" no pase de una epidemia de gripe más.

Sin embargo, los científicos todavía saben poco del asunto. El virus contiene trazas de la gripe porcina, aviar y humana y nadie puede garantizar que no vayan a producirse nuevas mutaciones. De ser así, el panorama podría complicarse nuevamente.

De momento, cabe felicitarse por las reacciones de la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Sanidad y la Conselleria de Salut, que han sabido alentar a la población a tener tranquilidad al mismo tiempo que han instado a adoptar una serie de medidas preventivas básicas. Una de las claves será siempre evitar el pánico y de momento se ha conseguido. La estructura de nuestro sistema sanitario sabe responder, bien y pronto, a un problema que, en otros países "como México, origen del foco" ha tenido consecuencias no sólo sanitarias, sino también económicas y sociales de amplio calado.