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Como viene siendo habitual, los violentos han vuelto a reaccionar de la única manera que saben hacerlo, exhibiendo su capacidad de coaccionar a los demócratas, de amenazar a los que no piensan como ellos, de poner en el punto de mira de sus criminales intenciones a los que tienen como única arma la palabra y el Estado de derecho.

ETA, a través del diario Gara, ha hecho público un comunicado en el que fija como objetivo prioritario al que va a ser el futuro lehendakari, el socialista Patxi López, lanzando una furibunda diatriba y atreviéndose a asegurar que el futuro Ejecutivo de Euskadi no tiene 'ninguna legitimidad democrática'. Obvian con esta aseveración que quienes no ostentan representación popular alguna son ellos.

Es evidente que puede discreparse en torno a la formación del nuevo Gobierno del País Vasco y a cómo se ha producido. Así como también se pueden expresar divergencias sobre el rumbo que tomará López toda vez que se ha producido una mayoría parlamentaria de los mal llamados 'constitucionalistas', que podría dar lugar a un 'frentismo' absolutamente indeseable. Pero eso es una cosa y otra la que exhibe una vez más la banda asesina, que ha dado a lo largo de toda su historia sobradas muestras de querer conducir por la vía que ellos desean la política de Euskadi, pasando por alto los deseos de la mayoría. Y pretender volver a tener influencia mediante la imposición, pretender condicionar la acción del futuro lehendakari mediante la amenaza, pretender excluir a los que piensan de forma diferente por la vía de la violencia no es otra cosa que puro y duro autoritarismo.