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J.S/G.V./E.B./M.J./michels Los pueblos de Mallorca vivieron un año más el Jueves Santo con una gran devoción. El tiempo concedió una tregua y permitió que los cofrades de la Part Forana pudieran salir en procesión y cumplir así, un año más, con la tradición. Las calles se llenaron de gente y el fervor junto con la emoción fueron los protagonistas de una noche donde el silencio se mezcló con el ruido de las peladillas y caramelos que ofrecían los más pequeños.

En Manacor, hay mucha tradición y son centenares los campinorats que salen en el desfile procesional y acompañan a los pasos religiosos, todos engalanados para la ocasión, que llevan cada una de las cofradías.

Este año hubo una destacada ausencia, el paso de la Pietat de la parroquia dels Dolors, fundado en 1966 por el grupo excursionista Escorpins, que no salió ante la falta de cofrades participantes. Con ello, se quiso dar un toque de atención y animar a que en el futuro este paso pueda volver a lucir con todo su esplendor, ya que es uno de los que tiene mayor historia. Sin ningún lugar a dudas, en Manacor, las mayores exclamaciones fueron un año más para el paso viviente de Crist Rei que en esta ocasión representaba el momento de la crucifixión. Los participantes destacaron por su seriedad e implicación durante las casi dos horas de recorrido por las calles principales de la localidad.

En Felanitx, destacó la elevada participación tanto en la procesión como en el público. Las nueve cofradías y la quincena de pasos fueron fieles a la tradición y recorrieron con gran entrega las calles de la localidad. En la comarca del Pla, también el Jueves Santo brindó una bonita estampa en las calles con las tradicionales procesiones. En la comarca del Llevant, apenas se pudieron ver lazos blancos en contra del aborto.

En Sóller, finalmente solo dos cofradías, la del Sant Sudari y la del Cristo Nazareno, lucieron el lazo blanco contra el aborto en sus estandartes, mientras que las nueve restantes se abstuvieron de llevar ningún tipo de símbolo.

Quizá por la polémica, este año acudieron menos cofrades a su cita anual, y lo mismo ocurrió con el público, ya que en las calles, a pesar del buen tiempo, hubo menos concurrencia que en otras ocasiones.

En Inca, como cada Jueves Santo la multitud se agolpó a las puertas de la iglesia de Santa Maria la Major cuando aún faltan veinte minutos para el inicio de la solemne procesión pero la previa y espectacular salida a hombros de los pasos del templo, justifica la espera. La imagen del Sant Crist, la más admirada en la capital del Raiguer, es la última en abandonar la iglesia y aguarda en el claustro de entrada para incorporarse en último lugar a la procesión.

Dicen los entendidos que la procesión del Jueves Santo de Inca es una de las más hermosas de la jornada en la comarca, no sólo por la belleza de los pasos, sino porque además todos ellos se mecen a la manera tradicional en los hombros de los porteadores. Ninguna de las cofradías recurre a la alternativa rodante como sí ocurre en otros municipios. Abre la procesión el paso que representa a Jesús orando en el huerto y la imagen del Sant Crist cierra el desfile que desde la iglesia parroquial de Santa Maria la Major enfila por la calle Born para girar hacia Sant Francesc. Centenares de persones se agolpan en estas dos calles para seguir el inicio del recorrido que este año no llegó a Crist Rei.

Con gran solemnidad, también se celebró la procesión de El Toro-Son Ferrer, en Calvià, donde dos cofradías -Nuestra Señora de la Esperanza y Crist de la Sang-, recorrieron las calles de los dos núcleos. Uno de los momentos más emocionantes fue el encuentro entre los dos pasos en un enclave engalanado para el momento. Los dos pasos realizaron un breve baile muy aplaudido por los fieles. La procesión fue contemplada por numeroso a lo largo de todo el recorrido.

En es Capdellà, después de la misa, se inició la tradicional procesión del Jueves Santo, que se caracteriza porque son las mujeres de la población quienes llevan el paso de la Virgen del Carmen. El recorrido se realiza con gran silencio, que sólo lo rompe el retoque de los tambores.