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El Consell de Mallorca remitió el pasado 23 de marzo un escrito a la directora del centro de día denominado la Llar de Pere Garau, María José Jaén, comunicándole que en el plazo máximo de un mes deberá proceder al cierre definitivo del servicio de residencia que también presta ahora, así como de los tres pisos que se utilizan igualmente para dicho fin, por carecer de las preceptivas autorizaciones administrativas. El centro de día, en cambio, sí podrá seguir en funcionamiento. Jaén había presentado un recurso contrario al cierre, que fue desestimado en una sentencia de 12 de marzo de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justícia de les Illes Balears.

La directora del centro pide ahora al Consell que dicho cierre pueda hacerse de forma paulatina, para lo que pide un plazo adicional de tres meses, «con el objetivo de poder ubicar a las personas que ahora pernoctan aún en la residencia».

En estos momentos, del total de 67 personas que atiende el citado centro de día, 38 duermen en la Llar de Pere Garau o en alguno de los tres pisos ubicados en las proximidades.

Los usuarios de la residencia no quieren que ésta se cierre. Teresa de la Torre tiene 93 años y lleva seis en el centro de día. «Estamos muy bien atendidas, mejor que en casa», dice sonriendo, afirmación que comparte Joana Ferrer, de 86 años. «Nos queremos quedar», dice Margalida Ribas, de 83 años, quien recuerda que además vendió la casa en la que vivía.

Los familiares entienden las razones que motivan el citado cierre, pero a la vez señalan, de forma crítica, que «faltan plazas» en las residencias públicas.

«Éste es un centro que es bastante serio y está bien», señala Vicente Jiménez, y añade: «Estamos todos como en familia».
En el mismo sentido se pronuncia Francisco Gallego, cuya mujer tiene la enfermedad de Alzheimer. «Aquí es como una casa familiar», dice. Él mismo le da la medicación a su mujer. Catalina Martorell indica que su suegra está en lista de espera en la residencia pública de La Bonanova. «Encuentro injusto que cierren este centro», dice.

El marido de Inés Serra también tiene alzhéimer. «No tenemos dónde ir y somos de ses Salines», indica. La madre y la suegra de Francisca Bosch se encuentran en la Llar. «Es muy difícil poder acceder a las ayudas de la Ley de Dependencia», señala, y en referencia a las diferentes administraciones afirma: «No te dan soluciones y las ayudas son insuficientes».

Dos trabajadoras, Carmen Saura y Sheila Bustos, expresan, por su parte, su preocupación ante la posibilidad de quedarse sin empleo por dicho cierre.