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El pasado lunes, poco después de las doce del mediodía, Miquel Nadal recibió una carta de los juzgados en su despacho de la Conselleria de Turisme. La jueza que instruye el «caso Can Domenge» imputaba a Nadal por su intervención en la subasta que convocó el Consell la pasada legislatura. Nadal montó en cólera. A esa hora, el presidente de UM tenía que preparar la ejecutiva que se celebraba por la tarde en la sede de los nacionalistas. Indignado por la decisión judicial, Nadal llamó a una serie de colaboradores para comunicarles la imputación. En una comida, Nadal tenía decidido dimitir, dejarlo todo, irse de la política. El mismo día que imputaban a Nadal, la Fiscalía iniciaba la «Operación Peaje» contra la actuación de UM en carreteras la pasada legislatura. Demasiadas casualidades, pensaron. El PP preguntará en el Congreso por la actuación de la Fiscalía.

Al llegar a la ejecutiva, Nadal comunicó a todos sus compañeros la imputación. Algunos miembros de la cúpula nacionalista montaron en cólera hasta el punto que tuvieron que ser calmados por otros compañeros. Son Baco pasaba a un segundo plano. La crisis entre Nadal y Grimalt, a un tercer plano. En esa ejecutiva, Nadal ya había conseguido los apoyos necesarios para hacer algunos cambios internos. Pero Nadal cambió de planes. Anunció a su dirección que dimitía de todo, de conseller, de concejal y de presidente de UM. Sus compañeros -algunos callaron- le hicieron rectificar y prometerles que no dimitiría.

Al día siguiente, Nadal ya sabía que tenía que continuar, pero intentó dar otra imagen en público. Dijo a los periodistas que meditaría su futuro en política cuando ya había decidido seguir. Esa tarde, ante más de un centenar de dirigentes de juntas locales de UM, Nadal se sintió fuerte. Hubo reproches al PSOE, insistieron en que los socialistas manejan la Fiscalía a su antojo, y pidieron a Nadal que no dimitiese bajo ningún concepto. Fue la rebelión de UM.

En una reunión celebrada horas antes, algunos dirigentes de UM plantearon la necesidad de adoptar represalias contra el PSOE. Ninguno habló ni de romper el pacto ni de mociones de censura. Lo que se pretendía era, sobre todo, dar un aviso a los socialistas. Pero no hay ninguna decisión tomada. Como dijo Julve tras saber que Nadal había sido imputado, UM está más unida cuando la atacan. Ya ocurrió la pasada campaña electoral con el PP y se ha repetido ahora. Mientras tanto, la espera es tensa, en UM hay un sector, posiblemente mayoritario, que se arrepiente de haber pactado con el PSOE durante estos cuatro años.