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a inflación en España cierra el año 2008 con el índice más bajo de la última década con un ajustado 1'4 por ciento, dato atribuible a las consecuencias de la severa crisis económica que atraviesa el país más que a una determinada política marcada desde el Gobierno además de, como resulta evidente, una más que sustancial rebaja en los productos derivados del petróleo que en pocos meses han perdido más de cien dólares por barril. La falta de poder adquisitivo es, en definitiva, la principal responsable del reducido Indice de Precios al Consumo, cuyo comportamiento durante el pasado ejercicio -con meses en los que superó el 4 por ciento interanual- nada hacía presagiar un cierre tan bajo.

En términos globales, con las revisiones salariales vinculadas al IPC anual, el mínimo 1'4 por ciento no permitirá recuperar el poder adquisitivo de los consumidores, que han tenido que soportar las alzas considerables en combustible y alimentación durante todo el pasado año. De todos modos, la contención de la inflación permitirá aliviar la presión sobre buena parte de las economías familiares, no sólo por los precios de la cesta de la compra, debido a que ha sido el principal argumento esgrimido por el Banco Central Europeo para reducir dos puntos porcentuales el euribor, referencia para la mayoría de los créditos hipotecarios.

El Gobierno prevé que la tendencia a la baja del IPC español continúe hasta mediados de este 2009 para estabilizarse en torno a un 2 por ciento. De ser acertadas estas proyecciones del Ministerio de Economía y Hacienda la economía se alejaría del indudable peligro que supondría entrar en una fase de deflación, un proceso que acabaría agravando más la crisis actual. Este es el peligro.