Embarcaciones históricas como la carabela «Niña» de Colón se alinean junto a los 'llaüts' mallorquines.

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Construir barcos a escala constituye el hobby de muchos aficionados al maquetismo en su faceta náutica. Pero montarlos a partir de la materia prima prescindiendo de los kits habituales constituye todo un reto solamente al alcance de unos pocos artesanos.

Es el caso de Guillem Amengual, conocido por el seudónimo de patró Galines, un auténtico mestre d´aixa de antaño cuyas manos expertas han dado forma a una treintena de barcas tradicionales y a alrededor de cincuenta maquetas a escala. Una labor a la que ha dedicado toda su vida, impulsada siempre por su amor al mar.

«Eramos pescadores de es Coll den Rebassa y cuando me jubilé sentí la necesidad de continuar con mi trabajo de carpintería de ribera en el ámbito del modelismo», indica Guillem, junto al presidente de la Associació Llaüt Modelisme Naval de Mallorca, Felip Munar, y el socio Pau Riera, personas muy vinculadas al tema marítimo en su vertiente más próxima a la vida urbana, dada su participación periódica en la navegación por control remoto de embarcaciones a escala en el estanque del Parc de la Mar.

«Mi primera experiencia en la construcción de embarcaciones fue con una reparación del llaüt de mi padre cuando tenía unos quince años», recuerda Guillem volviendo la vista atrás hasta los años 30. Un oficio que, asegura, «debe sentirse como un pintor», con sus técnicas personales y muchas horas de trabajo desde que se corta el tronco y se da forma a las piezas curvadas de las cuadernas, hasta que se pinta el casco y se coloca el aparejo.

Entretanto, media un largo proceso para el cual utiliza hasta los viejos motores de un Seat 600 o un Citroën 2 CV. El resultado es una vasta flota de embarcaciones digna del museo marítimo inexistente por ahora en Palma.

Gabriel Alomar
(texto y fotos)