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Pepita Cedillo, autora de Háblame a los ojos dio ayer una conferencia en Palma invitada por la Federación de Personas Sordas de Balears en el Día Mundial de las Personas Sordas. Cedillo es profesora, logopeda y sorda. Durante su intervención puso de manifiesto las dificultades que tienen estas personas para escribir.

«Yo odiaba escribir. Lo odiaba», así de categórica comenzó Cedillo quien reconoció que el desorden es parte de su mente.
«Las personas sordas odian la escritura porque no hay 'feed-back' (retroalimentación) con los oyentes. No sabemos lo que piensan». Así describía Cedillo el aprendizaje de la escritura en una época en la que la oralidad era la opción elegida por la mayor parte de los pedagogos.

«No admitían la lengua de signos como un idioma. Pensaban que era una especie de mimo, la verdad es que lo hacían por nuestro bien».
Por esta razón Cedillo quiso hacerse profesora: «Quería enriquecer a los sordos con el reflejo adulto de un profesor sordo. No relacionar el habla con el aprendizaje y con la inteligencia». ¿Por qué a los sordos no les gusta escribir? ¿Por qué ese montón de palabras se convierte en un muro inaccesible?
Para Pepita Cedillo el esfuerzo que debe realizar una persona sorda a la hora de afrontar la escritura es equiparable al que efectúa una persona oyente cuando aprende inglés. De hecho, este fue uno de los ejemplos recurrentes a lo largo de su conferencia.

La estructura de una lengua no se corresponde con la estructura de la otra lengua.
Además, cabe añadir otro factor y es que la entrada sensorial que permite a la persona sorda dotar de sentido una clave es sólo visual. «Es importante explicar el cuento antes de llegar a la palabra, dar emoción y sentido a la historia antes de llegar al texto...».

Josefa Cecillo Vicente nació en Barcelona en 1964, sus padres son oyentes si bien su sordera es genética y se le detectó a los cuatro años de edad.
Es profesora, especialista en Patología del Lenguaje y trabaja como logopeda y maestra de alumnos sordos. Un sueño que le ha costado mucho. Defiende el aprendizaje de la lengua de signos y además la lengua oral, lo que se denomina técnica bimodal: «Aunque son los padres quienes lo tienen que tener claro», dijo.

«Cuando era pequeña odiaba la escuela. Todo lo repetía como una cotorra. Era arisca... Después, en la universidad busqué ayuda entre mis compañeros oyentes y comencé un diario. No me fijaba en la estructura, sólo escribía y pensaba sobre mi confusión, rabia y tristeza... No sabía explicar las cosas, los sentimientos. A veces lloraba...Busqué muchas palabras en el diccionario...»

La historia de Pepita tiene final feliz, es más, ayer animó a las personas sordas a escribir y leer: «No es una cuestión de capacidad sino de motivación y método. Nuestro camino es, simplemente, diferente», apuntó.