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Cada prueba era una final, cada esfuerzo merecía la pena, cada grito era de animo, cada consejo significaba un par de puntos. Todas estas peculiaridades se repetían en cada equipo, cinco colores, cinco pueblos que competían entre sí para alcanzar la final del Mallorca Prix, un concurso que de cada día tiene más adeptos entre los jóvenes, y no tan jóvenes, de Mallorca.

El pabellón del campeón del mundo Joan Llaneres, de Porreres acogió la segunda semifinal. Allí los municipios de Lloret, Campos, ses Salines, Sant Llorenç y el anfitrión, Porreres, limaron sus asperezas y rivalidades comarcales y territoriales con las pruebas de habilidad, culturales y escénicas que los jueces les habían preparado.

«Lo más importante es participar y divertirnos», señalaban los derrotados al final, los ganadores en esta ocasión fueron los saliners. Así serán ellos los que estén en la gran final del 10 de mayo en Artà.

En las pruebas de habilidad los lloritans cogieron la delantera al imponerse al resto de equipos. Porreres se llevo el premio a las pruebas culturales y, finalmente, ses Salines se alzo con el triunfo final después de las pruebas escénicas.

El Mallorca Prix se divide en tres grandes pruebas: en la de habilidad los participantes tienen que demostrar su destreza y fuerza física, pero a la vez tienen que utilizar la cabeza para poder alcanzar buenos resultados al final de cada serie. Patinetes, bicicletas, ropa tendida, balones, bolos, son los elementos utilizados en cada prueba.

En la fase de preguntas culturales este año se ha aprovechado el aniversario de Jaume I para realizar algunas preguntas sobre su vida. Ayer en el Joan Llaneres se les preguntó a los participantes por el nombre del padre y la madre del rey en Jaume. También tuvieron que responder cuáles son los instrumentos que acompañan a los gigantes en sus pasacalles o bien la ciudad de nacimiento del escritor.