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C.AGUSTÍN «Gracias, España, gracias». Con esta frase, Mara, una mujer serbia, resume lo que opina de la declaración de independencia de Kosovo y de la decisión española de no reconocer el nuevo país surgido hace apenas una semana.

Como cada domingo, un pequeño grupo de fieles ortodoxos se dan cita en la iglesia de San Miguel Arcángel, tras hacerlo durante años en la iglesia de los Caputxins.

Allí se congregan algunos mallorquines y, sobre todo, búlgaros y serbios. Es el caso de Mara, que llegó a Mallorca para estar con su hijo y sus nietos. Ahora no entiende cómo «poco a poco los albaneses han ido ocupando el territorio serbio hasta llegar a la independencia».

El padre Miguel, hierodiácono de la parroquia de la Iglesia ortodoxa española, asegura que Kosovo es el «corazón» de Serbia.
«Allí comienzan la fe, la cultura y la lengua de Serbia». No olvida el padre Miguel que los albaneses «han quemado ya 17 iglesias en Kosovo».
«Es como si los andaluces llegaran con el tiempo a ser mayoría en Girona y declararan su independencia de Catalunya. Desde un punto de vista histórico sería una auténtica aberración. Nadie puede cuestionar que Girona forme parte del territorio y de la historia de Catalunya», dice.

No obstante, matiza el hierodiácono de la Iglesia ortodoxa española en Mallorca, quien se reconoce nacionalista, «el Gobierno español lo ha hecho por lo que pueda pasar aquí. Kosovo es el primero de la lista».

Vyacheslav, un joven ucraniano que asiste de forma habitual a la parroquia de San Miguel Arcángel, tampoco reconoce la independencia de Kosovo. «Se trata de una de las regiones más ricas de Serbia. Tiene numerosas minas de cobre y materias primas. Hace 800 años no vivía allí ningún albanés. Poco a poco se han hecho mayoría y, al final, han declarado su independencia», lamenta.