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VICTORIA GRIMA Creencias aparte, nadie escapa a la muerte. Pero más vale entrar en ella, acompañado y, sobre todo, bien protegido. Así lo deben pensar los familiares de los fallecidos, al desembolsar únicamente en concepto de ataúd entre 300 y 3.000 euros, según datos de la Empresa Funeraria Municipal de Palma (EFM).

Para Juan Luis Gamundi, miembro del staff de la EFM, las familias afectadas «expresan su último adiós y, con el su cariño, a través del féretro, que acaba convirtiéndose en un obsequio al muerto». No en vano, «el coste medio del cajón funerario ronda los 1.450 euros», agrega.

Un baremo que fija «tanto la calidad de los materiales, de la moldura y del barniz, como las dimensiones o la decoración de la caja», que llega a convertir el cajón fúnebre en todo un arte.

La cuantía por recibir un servicio integral básico con inhumación o sepelio asciende a 2.052 euros, según tarifas para 2008, sin incluir la compra o alquiler del nicho y con la posibilidad de elegir entre cinco modelos de cajas. En este sentido, Gamundi añade que «parece un precio elevado, pero recoge múltiples servicios como la asistencia personalizada, el acondicionamiento del cadáver, el traslado hasta el tanatorio, cinco modelos de cajas, el velatorio o la corona».

No obstante, Gamundi puntualiza que el coste del servicio con inhumación «se desequilibra en función de la elección del ataúd, por lo que la cuantía puede ser mayor o menor a esos 2.000 euros».

Sin embargo, asegura que la media mallorquina de servicios con inhumación y un nicho durante cinco años (de unos 2.050 euros) «es un 10% más baratos que la peninsular», ésta última situada en 2.300 euros.

Así las cosas, el servicio de inhumación, el acto en sí, cuesta 151'26 euros en sepultura o 113'45 en nicho. En caso de tratarse de un feto o de algún miembro del cuerpo, el precio es de 37'82 euros.