TW
0

Días atrás estuve en Santander invitado por la organización de lo que en el futuro puede ser uno de los mayores atractivos de Cantabria, la Ciudad del Cine y de las Artes, situado en el municipio de Miengo, cerca de Santillana del Mar, frente al mar, en lo que ahora es una cantera obsoleta, cuya superficie es de 139 hectáreas.

Se trata de un proyecto cuya primera fase costará 300 millones de euros y que está previsto que el primer año de funcionamiento atraiga a más de 700.000 turistas, en el que se ha volcado todo el mundo, partidos políticos en general, universidades, empresarios, incluso empresarios norteamericanos representados por Armando Valladares, embajador de EEUU en cuestión de Derechos Humanos frente a la ONU, además de ex preso de las cárceles de Castro, a quien conocí y entrevisté hace un año en Miami. El salón de actos del Hotel Bahía, de Santander, convocado por la empresa promotora «Celtius Inversión y Desarrollo», estaba a rebosar de invitados que siguieron con mucha atención cuanto se explicó desde la mesa presidencial. Se trata de un proyecto que supondrá cuatrocientos puestos de trabajo, más otros cuatro mil indirectos. Supondrá, además, un incremento en el turismo inglés y germano -en Santander se dice que Cantabria limita al norte con Inglaterra y al noroeste con Alemania- , pues esta ciudad será un atractivo más a los muchos que posee aquella comunidad. Se puso en conocimiento del auditorio que estando en Madrid el 80 por ciento de la producción cinematográfica de país, una vez inaugurada la Ciudad, un alto porcentaje de esta producción pasaría a Cantabria. La Ciudad del Cine y de las Artes contará con salas de cine, de exposiciones, una escuela de cine y de proyectos de cine, hotel, restaurantes, etc., y todo tipo de adelantos técnicos.

Sus edificios, inspirados en la naturaleza que los rodeara, se mimetizarán con el paisaje, lo que significa que no existirá para nada el tan temido impacto arquitectónico al estar todo muy de acuerdo al entorno. En esta primera reunión me encontré con los pintores mallorquines Onofre Prohéns y Basilio Escudero, invitados por Carmen Fernández, la mujer que posiblemente más haya hecho por este proyecto.

Quien esto suscribe sintió cierta envidia al conocer ese magnífico proyecto. Primero, por lo que supondrá a todos los niveles a dicha comunidad y, segundo, por la unión de fuerzas políticas y de la sociedad civil para sacar adelante algo que beneficiará a todos.

Envidia, además, porque mientras aquí, aparte de cambiar verde por asfalto, nos metemos en proyectos inverosímiles, como la construcción de un edificio para la ópera, o seguimos discutiendo sobre quién tiene la culpa de lo que le pasa al metro.