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El Índice de Precios de Consumo (IPC) es el indicador más utilizado para calcular la tasa de inflación de una economía y se elabora a partir de los cambios en el coste de adquisición de una cesta de consumo representativa de los hábitos de las familias. Para ello, se elige un año base en el que se construye dicha cesta y, en cada periodo sucesivo, se calcula el IPC dividiendo el valor de la cesta de consumo en ese periodo por el valor de la cesta en el año base (multiplicando por 100).

El IPC sirve de referencia para la negociación de salarios, el establecimiento de contratos o la revisión de rentas y pensiones y determina las expectativas y decisiones futuras de numerosos agentes económicos. Este fenómeno se conoce con el nombre de indicación y con él se pretende evitar la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas que cada año se produce como consecuencia de la inflación.

Cesta de la compra
En la práctica, la cesta de bienes y servicios de consumo cuya variación en precios se pretende medir se establece a partir de la información proporcionada por la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares (ECPF), que elabora el Instituto Nacional de Estadística, la cual ofrece datos sobre gastos de las familias en bienes y servicios de consumo a partir de una muestra representativa de unos 8.000 hogares. Para cada bien o servicio se calcula su proporción del gasto de los hogares sobre el total del gasto.

El nuevo IPC con base en el año 2006, que el INE difunde desde enero de 2007, aumenta la representatividad en su cobertura geográfica mediante la ampliación de la muestra de municipios (177 municipios frente a los 141 de la base 2001) e incrementando el número de precios recogidos hasta cerca de 220.000 (lo que supone una subida en torno al 12%). El número de productos controlados son 491.