TW
0

Durante las próximas semanas el Govern tiene previsto acabar de definir su posición sobre el futuro de Son Espases, autorizando la construcción del nuevo hospital de referencia de Balears o, por el contrario, decantarse por la reforma del actual en Son Dureta. La polémica es más política que popular, habida cuenta de que las encuestas que maneja el mismo Ejecutivo autonómico revelan que la ciudadanía defiende, por amplia mayoría, la opción que resuelva con más urgencia la entrada en servicio del centro sanitario.

La defensa en favor de la reforma de Son Dureta cuenta con la oposición de la práctica totalidad del personal sanitario que trabajan en este hospital, cuyas instalaciones han quedado obsoletas, mientras que en contra de la continuidad del proyecto de Son Espases apenas se concentraron el viernes, ante el Consolat de la Mar, trescientas personas para exigir del Govern el cumplimiento de sus promesas electorales.

Lo cierto es que los argumentos de oposición a la continuidad de las obras en Son Espases se están diluyendo. ¿De qué hay que salvar La Real? El entorno del monasterio hace años que se está urbanizando sin que se haya oído hasta ahora ninguna voz de protesta. A estas alturas tiene poco sentido levantar banderas y pancartas contra el nuevo hospital.

La simple comparación de ventajas y desventajas que ofrece las dos alternativas posibles "Son Dureta y Son Espases" obliga al Govern a ordenar ya la continuación de las obras. Ciertamente, se incumplirá una promesa electoral, pero en este caso debe prevalecer la responsabilidad política de quienes tienen la obligación de tomar decisiones pensando en lo que más les conviene a los ciudadanos de Mallorca. El presidente Antich no tiene por qué esperar más tiempo. La suerte ya está echada: el hospital debe construirse en Son Espases, modificando, si es necesario, algunos aspectos del proyecto para mejorarlo y calmar los ánimos de los sectores más opuestos al nuevo centro sanitario.