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La segunda corrida de rejones celebrada el pasado jueves no cumplió las expectativas a pesar del atractivo cartel concurriendo varios factores: el público, que acudió esta vez en menor número, estuvo desangelado, los novillos toros no acometieron lo suficiente para crear emoción y los caballeros, a pesar de su buena voluntad, no se aplicaron en aprovechar al máximo el buen del encierro de Justo Nieto.

Tras el carrusel ofrecido por los rejoneadores actuantes salió el primero de la noche que correspondió a Martín Burgos. Su faena resultó más bien discreta, y lo más destacable fueron tres banderillas cortas muy bien colocadas al violín, mientras su oponente buscaba las tablas. Acabó de rejón que bastó. Al cuarto tras los de castigo lo banderilleó bien, animoso, prendiendo rosas al violín y adornándose muy cerca de la cara del toro. Tras metisaca, mató de rejón.

Andy Cartagena no estuvo tan bullidor como en otras ocasiones. Su labor en banderillas y toreando a dos pistas animó algo los tendidos, pero su par a dos manos resultó algo desigual. Finiquitó de rejón algo atravesado y descabello. Obtuvo la oreja del segundo tras clavar fácil y seguro al quiebro, otras al violín y a dos manos, que esta vez llegaron al público, dejándose llegar muy de cerca al novillo para prender una corta y adornarse practicando el teléfono.