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Y además vino José Montilla para rematar la faena y para darle aún un toque mas 'amontillado' a este Govern que nace con la intención de pasar más inadvertido que el president de la Generalitat catalana porque lo suyo fue de visto y no visto. Montilla visto en primera línea y Montilla montando en un avión a Barcelona. «¡Aire fresco!», gritó un ciudadano en medio del acto oficial, y tal fue el alarido que a Rosa Estaràs casi se le despeina el flequillo, sentada como estaba tan cerca de Maria Antònia Munar.

A la flamante presidenta del Parlament, tan nacionalista ella, le salvó curiosamente el nacional ministro de Indústria, Joan Clos. Su presencia en sa Llonja impidió que se aplicara el protocolo autonómico, aquel que se aprobó a instancias precisamente de Munar, para que el president del Consell de Mallorca estuviera por encima del president del Parlament. Sin Clos en el escenario, la segunda autoridad presente en la sala, por detrás de Antich, era nada menos que Miquel Nada, president del Consell de Mallorca. En funciones, sí, pero president.

Clos fue el ministro sobrero en ausencia de Jordi Sevilla, que ha quedado más defenestrado que el pobre Josep Juan Cardona en el PP balear. El propio Francesc Antich había tenido que llamar por la mañana a la secretaria de José Luis Rodríguez Zapatero. «¡Que me dejáis sin ministro!». Que no, que te enviamos a Clos. (Ahora que lo pienso, mal asunto que el protagonista del día no aparezca hasta el tercer párrafo de esta crónica).

Entendí la ovación a Aina Calvo cuando fue citada por Clos, pero lo que ya se me escapó es que los presentes aplaudieran a Montilla ¿? y no lo hicieran a Maria Antònia Munar, que a fin de cuentas es la artífice de que ayer se produjera lo que se produjo.

Pero si algo destacó en el acto fue la ovación y vuelta al ruedo de la nueva consellera de Treball, Margarita Nájera, que hasta se tuvo que levantar, llorando a lágrima viva, para saludar al rojerío concentrado en sa Llonja. Saludó a los rojos y a los blancos, concretamente, a Pepiño. ¿Pero no era Antich quien quitaba y ponía consellers?

Dado que resultaría imposible citar a todos los rojos concentrados en sa Llonja, opto por la tarea fácil y paso a citar a los no rojos. Además de Estaràs, se vio igual de risueño, o sea, nada, al ex president del Parlament, Pere Rotger y al ex diputado Xisco Molina. Molina es el único dirigente del PP que no se bajará del coche oficial, que para eso es chófer de la Delegación del Gobierno. De hecho, ayer estaba en sa Llonja en el desempeño de sus funciones, que diría un burócrata, porque le tocó llevar a Clos, le dejó en el aeropuerto, y se volvió a sa Llonja para disfrutar de los canapés y de las copichuelas. ¿O no había hecho Antich minutos antes una llamada a la concordia y a la paz universal del mundo mundial?. Pues eso.

Como no se vio a ningún empresario por sa Llonja, más allá de los representantes de las asociaciones empresariales, libremente decido meter en este apartado a Gabriel Cañellas, quien por momentos aparentaba dar saltitos de alegría en su banco y hasta llegó a decir que este es el mejor Govern que tenemos. «Dolenties», que diría él mismo. Cañellas llegó, se hizo la foto con Antich para que hoy la vea Jaume Matas en los periódicos y no se fue; se quedó más rato que los genuinos representantes del Partido Popular invitados genuinamente al acto. Se quedaron un rato protegidos a la sombra de una palmera y se fueron en silencio, cosa que se agradeció sobre todo desde las filas de Unió Mallorquina.