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Jaume Matas y Rosa Estaràs presentaron el jueves el balance de gestión de los últimos cuatro años, un balance muy positivo, a su juicio, para los ciudadanos de Balears. Durante estos cuatro años ha crecido el empleo, ha bajado el paro, hay más turistas, se ha construido una completa red viaria, tres hospitales y un cuarto -Son Dureta II- con las obras iniciadas, además de centros para personas mayores, IB3, el metro entre Palma y la Universitat... Desde el punto de vista de gestión, es bastante comprensible que el president se muestre orgulloso del trabajo realizado. Matas anunció que gobernaría sin complejos, y lo ha hecho, sin caer en los excesos que una minoría de la derecha más extrema le reclama constantemente. Prácticamente ha puesto en marcha todos los proyectos que prometió a principio de legislatura. Y ése es el balance que presentará a los ciudadanos en las elecciones del mes de mayo.

También es cierto que ha habido algunos errores que ensombrecen este balance. En el primer año de legislatura apareció el 'caso Rasputín' -se pagó con dinero público unas entradas a un club de alterne en Moscú- y, más recientemente, los escándalos urbanísticos han salpicado directamente a dirigentes del PP. El 'caso Andratx' ha supuesto un duro varapalo para las aspiraciones electorales de Matas, que tenía las máximas opciones para revalidar la mayoría absoluta.

En algunos momentos, el Govern ha dado también la sensación de no controlar la situación. La adjudicación de las obras de Son Dureta II, por ejemplo, ha evidenciado que el Ejecutivo en ocasiones cede ante las presiones no de la calle, sino de sectores con gran poder económico, dispuestos a beneficiarse de las numerosas inversiones públicas.

Ha sido, efectivamente, una legislatura intensa, con mucha obra pública; se ha recuperado el diálogo con el sector turístico, pero ha faltado diálogo con las plataformas de vecinos afectados por las obras del Govern. No se puede olvidar, en este sentido, la tensión vivida en Eivissa por el asunto de las autovías. Quedan ahora tres meses para reflexionar acerca de este balance, de escuchar la valoración que hace la oposición y de hablar de nuevas propuestas.