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El socialista José Montilla, tal y como estaba previsto, recibió el apoyo del Parlament de Catalunya en la sesión de investidura y se convertirá, tras la publicación en el Boletín Oficial del Estado y en el de la comunidad catalana, en el primer presidente de la Generalitat no nacido en el Principat. Tal vez este hecho fuera anecdótico en otras comunidades autónomas, pero no en Catalunya. Hasta tal punto que incluso el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, socialista como Montilla, había dicho antes de los comicios catalanes que era aún pronto para que hubiera un president de la Generalitat «charnego». Pese a ello y a que los apoyos recibidos vienen de Iniciativa per Catalunya, pero también de Esquerra Republicana, un partido que, como es sabido, es una formación que aspira a la independencia y ha hecho una bandera importante de los signos identitarios, se ha demostrado que cualquier persona enraizada en una comunidad puede llegar a presidirla, aunque no haya nacido en ella. El caso de José Montilla, que reside en Cayalunya desde hace ya muchos años, aunque haya nacido en la localidad cordobesa de Iznájar, es una buena muestra de ello.

Bien es cierto que Montilla, en el debate de investidura y haciendo autocrítica, abogaba por no caer en los errores del pasado y daba mucha importancia al desarrollo de políticas sociales. Esto no supone renunciar al desarrollo del Estatut para alcanzar mayores cotas de autogobierno dentro del marco que éste establece, pero sí marca una línea diferente. Y es que, una vez conseguida su aprobación, se impone llevar a cabo una gestión que favorezca a los ciudadanos y que estos perciban como tal.

Otro asunto es el de las relaciones entre el nuevo president electo y Ferraz, donde aún escuece la decisión de reeditar el tripartito (ahora Govern d'Entesa) contra la opinión del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, partidario de relegar a Montilla y darle la presidencia a Artur Mas. En cualquier caso, era lógico que la decisión la adoptaran los catalanes en Catalunya. Otra cosa no se hubiera entendido y hubiera sido una intromisión difícilmente explicable.