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Nada hacía presagiar que la vida de María José Saldarriaga iba a dar un cambio tan radical. Abogada, nacida en un hogar bien estructurado, madre y felizmente casada; un proyecto brillante que un día se vio truncado. «Me divorcié, no tenía absolutamente nada, al romper la hucha me encontré sólo con 16 euros y a partir de entonces fue cuando empecé en el mundo de la prostitución», nos cuenta esta mujer de 45 años. No llamó a la puerta adecuada y terminó entrando a la que durante dos años ha sido su cárcel.

Hoy, su historia, que bien podría ser la de millones de mujeres en el mundo, aparece reflejada en la exposición Mujeres de vida alegre de Médicos del Mundo, que ayer se inauguró en el Centre Social Flassaders. Cuarenta y ocho instantáneas realizadas por el fotógrafo Salvador Campillo ilustran esta exposición con la que pretenden reflejar el problema de la prostitución y concienciar a la sociedad de que la explotación sexual es otra forma de violencia de género.

Esta mujer se juró a sí misma que saldría de la prostitución en cuanto tuviera lo mínimo para mantener a su hijo y hoy es una de las 1.686 personas que han recurrido a Médicos del Mundo para ser acogida en su programa de ayuda. «Me ayudan cada día, me asesoran, me apoyan y empiezo a ser una mujer con proyectos y que ha cumplido el ochenta por ciento de sus objetivos, pero necesito medicarme día y noche hasta para sonreír», reconoce.

Ana Largo