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Algunas zonas turísticas, concebidas en su momento por artistas enamorados de la belleza paisajística de Mallorca, destacaron en sus orígenes allá por los años 30 por la sensibilidad y sentido estético con que fueron trazadas sus calles, casas y perspectivas, en muchos casos destruidas más tarde con la irrupción del turismo de masas y la presión especulativa.

Es el caso de Cala d'Or y sus alrededores hoteleros que, sin embargo, conserva en su faceta residencial, en torno a Cala Petita y Cala Gran, la imagen original. Aquí, entre los chalets de sabor ibicenco se extiende todo un laberinto de calles y pasajes sombreados por grandes pinos, plazoletas inmersas en la quietud, escaleras que conducen a la pintoresca calita donde se conserva el primer hotel de la urbanización, construido en 1933.

Aún se respira la atmósfera ideada por su promotor, Josep Costa, cuya casa permanece como testimonio de un gusto por la sencillez y la belleza natural apreciadas por los pintores que moraron aqui y cuyos nombres evocan ahora sus solitarias calles o detalles alegóricos en las que fueron sus viviendas.

Gabriel Alomar