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Un año más, la Escola d'Hoteleria de la UIB acogió ayer el acto de homenaje a los maestros y profesores jubilados el pasado año 2005. La conselleria d'Educació i Cultura recordó, en un sencillo pero emotivo acto, la trayectoria profesional de 70 docentes de Mallorca que han dejado las clases para afrontar una nueva vida, más relajada, pero no exenta de ilusiones. El homenaje comenzó con una misa en la basílica de Sant Francesc y prosiguió en la Escola, donde el conseller d'Educació, Francesc Fiol, y director general de Personal Docent, Cristòfol Vidal, entregaron una placa conmemorativa a los docentes, tras lo cual se celebró una comida de hermandad. Fiol agradeció a los recien jubilados su asistencia a este acto, con el que la administración pretende reconocer «vuestros esfuerzos durante todos estos años», declaró.

María Paz Pérez Millán mereció ayer un aplauso especial por ser la docente que se jubiló el año pasado en la Isla con más años de docencia a sus espaldas: medio siglo. Aunque para ella no han sido 50 años de sacrificio «porque me dediqué siempre a mi profesión con mucho gusto, no era un trabajo», aseguró. Natural de Palencia, María Paz trabajó en Cantabria y en Holanda, hasta que en el año 1979 llegó a Mallorca, donde ejerció la docencia en los colegios Eugeni López y Jaume I. Más adelante pasó a integrar los equipos de orientación educativa psicopedagógica (también es licenciada en Psicología), «en los que aún sigo metida, por lo que mi jubilación no ha sido total». Lo que más le gustó del acto de ayer fue «el volver a encontrarme con muchos compañeros, porque la verdad es que a mí las placas no me satisfacen mucho». Carmen Gallardo y Margarita Arconada acudieron juntas al acto de homenaje porque son amigas, después de haber trabajado juntas muchos años en el colegio Gabriel Alzamora. Las dos ejercieron la docencia durante 39 años y ambas compartieron que «este tipo de homenajes son todo un detalle, ya que se reconoce una labor muchas veces callada».

No coincidieron tanto en lo que sienten en esta nueva etapa de sus vidas, pues mientras Margarita no siente ninguna nostalgia, para Carmen es algo distinto: «la educación se puso muy difícil, pero mejoró algo en los últimos años gracias a la gran cantidad de niños inmigrantes que llegaron a las aulas. Me recordaban a los niños españoles de hace algunos años, en el sentido de que son más respetuosos y eso me permitió recuperar cierta ilusión». En la actualidad las dos tienen sus días muy ocupados. La misma sensación agridulce reconoció ayer María Dolores Martínez, quien, tras 26 años de docencia, afirmó que «disfruté mucho de mi trabajo y ahora lo hago de mi jubilación, estudio inglés, soy voluntaria en Cruz Roja,...» y también opinó que «la educación de ahora no tiene nada que ver con la de hace años».