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Son Sant Joan vivió ayer lo peor que le puede pasar a un aeropuerto en temporada alta: una huelga. Las terminales se convirtieron en un estercolero debido a la ausencia de servicios de limpieza. El día comenzó tranquilo, pero a medida que avanzaba la jornada, se ennegreció. Los piquetes tomaron parte de la terminal. Su consigna: reivindicar sus derechos y ensuciar.

La primera víctima, el suelo, que cambió de aspecto gracias a periódicos, panfletos publicitarios y papel higiénico que arrojaban los huelguistas. Ni hablar del baño. Sufrió una metamorfosis. Era de todo menos un aseo. Cualquier persona que pasara por allí adivinaba que algo, muy relacionado con la limpieza, sucedía.

Los trabajadores, concentrados desde primera hora, portaban banderas y utilizaban constantemente los silbatos. Sus pitidos llamaban la atención de los turistas, que los miraban atónitos. «Is it a strike?», le preguntaba una británica a la dependienta de una tienda al ver al grupo que se paseaba por la planta superior de la terminal. Y es que los piquetes decidieron darse una vuelta por la zona con más pasajeros. Fue entonces cuando afloraron los nervios. Los pasillos que aún estaban limpios simplemente dejaron de estarlo. La zona de llegadas se convirtió en una lluvia de papeles que daba la bienvenida a los turistas. A lo largo de la jornada, con tanto desecho por el suelo, algunos usuarios del aeropuerto acabaron ellos también por tirar las latas o envoltorios. No había razón para no hacerlo.

La huelga se estaba convirtiendo en manifestación, y la manifestación se estaba empezando a desbordar. Fue entonces cuando intervino la Policía Nacional, que los controló durante todo el día.