Tras su actuación, las artistas se fotografiaron con un grupo de admiradores.

TW
0

Chenoa y su amiga Geno han puesto punto final a sus vacaciones, que a decir verdad se han prolongado algo más de la cuenta, señal de que se lo han pasado muy bien en Mallorca. Por otra parte, es evidente que Chenoa no está tan lánguida ni deprimida como algunos creen, y otros publican, y si lo está, lo disimula bastante. Lo pensamos porque en las dos ocasiones en que coincidimos con ellas, la primera, sobre las rocas rodeada de mar, a mediados de la pasada semana; coincidencia, al menos por nuestra parte, ya que advertidos de que estaban allí fuimos a por ellas, dicho sea en el buen sentido de la palabra, y la segunda, noches atrás, esta vez casualmente, primero en el karaoke del Victoria y después en la baguetería vecina. En ambas ocasiones la vimos muy feliz, y en absoluto moralmente hundida. Quién sabe, a lo mejor la ruptura con Bisbal hasta le ha venido bien. Si Nicole Kidman, cuando rompió con Tom Cruise, dijo aquello de «por fin, a partir de ahora me podré poner tacón alto», Chenoa, que no sé por qué motivo ha cedido siempre el protagonismo a Bisbal, una vez liberado de él podrá recuperar el terreno perdido y sacar lo que lleva adentro, que seguro que es mucho todavía. Por eso, ya digo, a lo mejor hasta le ha venido bien la ruptura. Ella no necesita a nadie, ni de nadie, para ser la que es: alguien que funciona muy bien por sí sola. Y si no, ya hablaremos a finales de este verano. Volviendo a sus vacaciones en Mallorca, está claro que Chenoa, además de pasárselo bien, bañarse y ponerse morena ante el verano tan movido que se le presenta, ha querido mostrar a su amiga cómo son los lugares que ella frecuentó cuando era una desconocida. Y una vez en uno de ellos, el karaoke del Victoria, sin cortarse ni un pelo, hasta cantaron, con lo cual más de uno flipó. «¿Es Chenoa, acaso?», le preguntó un cliente incrédulo a Toni Jaraba «El Maño», que junto con su socio, Carlos, al principio, cuando las vieron entrar en el local, tampoco se lo creían mucho. «Pues sí, lo son -respondió- ¿acaso no ves que sí, que lo son?». Chenoa y Geno, que regalaron un buen rato de su tiempo profesional cantando algunas de sus canciones, se mostraron muy simpáticas con todo el mundo, hasta que se armó el gran tumulto -serían ya pasadas la una de la madrugada-, por lo que se marcharon, aunque no muy lejos, pues las vimos en la baguetería donde, creo, Diego, el encargado, que conoce a Chenoa desde años atrás, les preparó dos de jamón de Jabugo que no sé si pudieron con ellas.

Pedro Prieto