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No es difícil imaginar cuáles son las máximas preocupaciones de los habitantes de estas islas porque, de hecho, viajamos todos en el mismo barco. Y, en efecto, la última encuesta de la Fundación Gadeso así lo confirma: vivienda, carreteras, situación económica y terrorismo, que entra entre nuestros desvelos por primera vez, a rebufo de los tremendos acontecimientos del 11 de marzo pasado.

Volvemos, pues, a lo de siempre: el meteórico encarecimiento del precio de la vivienda se ha convertido en una suerte de muro infranqueable para muchísima gente, especialmente para los jóvenes que sueñan con independizarse o formar su propia familia. Y es un problema que a corto, medio y largo plazo provocará otras dificultades asociadas: el aplazamiento de matrimonios y maternidades, lo que afecta al conjunto de la sociedad en términos económicos y sociales. Varias han sido las iniciativas institucionales tendentes a suavizar el esfuerzo al que se ven obligados los isleños para acceder a una vivienda propia o alquilada, pero ninguna resolverá un problema al que prácticamente nadie le ve solución.

Las carreteras y el transporte aéreo -cada día más caro- son otros clásicos que nos quitan el sueño. Y no es de extrañar en un Archipiélago que hoy cuenta con el doble de vehículos que hace tres lustros. Vías saturadas, falta de aparcamiento, lentitud en los accesos a las ciudades... son sólo la punta del iceberg de un problema al que únicamente puede responderse con una red de transporte público eficaz, puntual, constante y barato. Algo que, obviamente, no tenemos.

Y luego están las perspectivas económicas, que no tenemos demasiado claras. El freno al crecimiento, la marcada temporalidad y la continua llegada de nuevos habitantes dibujan un panorama, si no sombrío, sí algo confuso.