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Un año más, Fernando Fernández, relojero de Cort, se pasó a echar un vistazo a En Figuera. Extrajo su pequeño reloj del bolsillo del pantalón, -«la hora es la misma que la de Radio Nacional, la oficial», nos dijo- comparó la hora que marcaba con la que marcaba En Figuera y, viendo que éste andaba un pelín atrasado, lo adelantó. «Es normal que suceda esto -dijo, limpiando con un trapo la cal que se había desprendido del techo y había caído sobre parte de la maquinaria-, la humedad, el calor, o esto -señala de nuevo hacia el descascarillado techo, que está así desde hace cuatro o cinco años-, tienen la culpa».

Fernando Fernádez, que a mediados de los 60 automatizó En Figuera, «pues hasta entonces se le daba cuerda a mano», inventando un sistema eléctrico que hasta la fecha ha funcionado muy bien, sin problemas. En Figuera, a quien escuchamos dar las doce y dos veces los cuartos, y que esta noche a las doce, con una plaza de Cort repleta de público, marcará una vez más el cambio de año, fue adquirido al fabricante Collin Suet. Wagner, e instalado en el mismo lugar donde se encuentra ahora por el relojero Vicat, en 1863. La campana se encuentra en la parte superior del edificio de Cort, a la que llega subiendo a través de una estrecha escalera por la que el bueno de Fernández dice que no sube a causa de un problema que tiene en las piernas.

El veterano relojero vuelve a mirar hacia el techo, desde donde siguen cayendo trocitos de cal. Recuerdo -le digo- que eso estaba así hace dos años. «Pues yo no puedo arreglarlo -dijo-, lo mío es cuidar el reloj, y esa cal que cae no le beneficia».

Pues vamos a ver si el año que viene el techo sigue igual de húmedo y descascarillado que ahora.

Pedro Prieto
Fotos: Click