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De acuerdo con los planes que tiene el Ajuntament de Palma, el Parc de ses Estacions, uno de los pocos pulmones verdes con que cuenta el centro de Palma, tiene sus días contados, ya que ese espacio, en breve, va a ser remodelado al pretender soterrar las vías del tren que ahora arrancan y discurren por su izquierda. Corta vida, pues, para un espacio público que nació hace cinco años no exento de polémica, puesto que no todas las voces que se alzaron por entonces fueron de alabanza.

Quienes estaban en contra del parque decían que sobraba hierro y cemento y que faltaba verdor. Cinco años después, la naturaleza y también los cuidados de los jardineros han logrado el equilibrio y la estética de aquel conjunto disjunto: han crecido el césped, las plantas y los árboles, a la vez que el cemento y el hierro de esa especie de escalextric que atraviesa su cielo y por el cual los ciudadanos pasan de una parte a otra del parque, han terminado por complementarse entre sí, convirtiendo el lugar en un espacio apetecible para gente ociosa, ya sea de paso o que va a él a pasar unas horas.

Porque a decir verdad, hoy sólo critican ese parque los que no lo conocen, o quienes no han estado en él últimamente, o quienes basan su desacuerdo en cómo era cinco años atrás. Y eso no es justo. El parque, sin ser nada del otro mundo, cumple con su cometido: ya sea para disfrute de niños, adultos o mayores, es un lugar de descanso, de lectura y de paseo. Aparte, está limpio, se le ve bastante bien cuidado y encima las fuentes funcionan. Pero dentro de poco será volver a empezar de nuevo.

Pedro Prieto