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La Colònia de Sant Jordi, principal núcleo de población costero al Sur de Mallorca, nos recibe este año con la ya tradicional animación que proporcionan los numerosos residentes y veraneantes que impregnan de sabor autóctono el lugar. Apenas llegamos tomamos por una calle flanqueada de nuevos edificios de apartamentos que representan la imagen más moderna de la zona, en contraste con las viviendas originales, entre las que destaca el café Colonial que milagrosamente ha llegado a nuestros días con todo el carácter de antaño. A través de la vía pricipal que comunica con la playa de es Coto podemos observar una interesante vista de las salinas que dan nombre el municipio. Al final y sobre una punta rocosa, el hotel Marqués del Palmer domina una vista privilegiada ante un horizonte litoral que se extiende hasta el promontorio de Cala Pi. Al otro lado de este edificio, que se puede bordear por un paso peatonal, hay otra pequeña playa de donde parte el nuevo paseo peatonal.

Desde el paseo marítimo contiguo al típico puerto pesquero, se llega a las playas de es Dolç y es Carbó, en las tierras de s'Avall,que conservan intacto su carácter natural con algunos elementos característicos como los pintorescos «escars». Frente a la lonja de pescado, parten las golondrinas que cubren las excursiones marítimas a Cabrera, cuyas plazas pueden reservarse en un kiosko, donde se informa sobre el archipiélago.

Gabriel Alomar