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M.L.
Suciedad e insectos. Es lo que, lamentablemente, abunda en sa Riera, un entorno tradicional y clave en el paisaje de Palma, abandonado, sin remisión, a su suerte. Las pretensiones de Cort de potenciar la imagen turística de Palma se contradicen con la realidad. No es la imagen idílica que auguraban los responsables del Ajuntament de Palma, sino un ejemplo fehaciente del abandono.

El torrente, que más se asemeja a un vertedero incontrolado, deja visibles restos de suciedad. Allí aparecen dispersos bicicletas abandonadas, mantas, cartones, latas de refrescos, sobre todo en las proximidades de la desembocadura. Las altas temperaturas de estos días contribuyen a la mala imagen que ofrece la zona, ya que las algas se acumulan en el cauce y con ellas proliferan los mosquitos.

Tampoco acompañan las laderas laterales, que con alguna excepción, exhiben una pobreza de vegetación verdaderamente lamentable. Las tareas de limpieza ordenadas desde Cort son a todas luces insuficientes, y se echa en falta el cuidado de las zonas ajardinadas. La imagen de desolación y abandono que proyecta sa Riera estos días no tiene nada que ver con la que prodigó a principios de año, cuando fue inaugurado el museu Es Baluard. El agua que circulaba entonces por el torrente era limpia y la vegetación lateral, abundante y cuidada.