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Instalados en el Hotel Pekin, de Pekin -o Beijing-, y con el permiso de ustedes, aunque sea por poco tiempo -regresamos entre ayer y hoy- vamos a disfrutar paseando por la plaza de Tiananmen, visitando la Ciudad Prohibida, ascendiendo a la gran muralla y visitando un par de mercadillos, que por otra parte es lo que tenemos más a mano. Por supuesto, también nos hubiera encantado charlar un rato con Cristina Marí, 28 años, soltera, ibicenca, hija del que fuera en la anterior legislatura alcalde de Sant Antoni de Eivissa. Según nos dijo, desde hace dos meses y medio trabaja como traductora en la oficina comercial, sección de agricultura, de la Embajada española de Pekín. «Con anterioridad había trabajado en dicha Embajada, en la sección consular, pero lo dejé para seguir estudiando chino. Ahora he regresado. Y si de mí depende -aseguró- espero poder quedarme aquí durante mucho tiempo». Todo eso lo contó a través del teléfono, pues a nada que puse los pies en Pekín, me dijo que se estaba yendo de vacaciones al Tíbet.

Cristina estudió en Barcelona la carrera de traducción de idiomas -castellano, francés y chino- e interpretación, y desde hace cinco años vive en este país, del que regresa a su isla una o dos veces cada año. Digamos que no está completamente adaptada, «porque la relación con la gente -se refiere a los chinos en general- no es fácil a pesar de que hablo su mismo idioma, cosa que es fundamental para poder vivir aquí, donde cada vez hay más lugares de reunión, tanto para chinos como para europeos, lo cual es bueno para relacionarnos unos con otros». Cuenta Cristina que cada año llegan más españoles a Pekín para invertir, «y también más estudiantes». Que ella sepa, es la única de Balears que anda por estos pagos. «Bueno, no -rectifica-. Aquí trabaja un arquitecto llamado José Luis Gómez de Valle, que nació en Palma», a quien localizo horas después y con quien quedo para por la tarde en el hall del hotel, hasta donde llega acompañado de su joven y guapa esposa, María Eugenia, profesora de castellano en una de las 80 universidades que hay en esta inmensa ciudad, con quien se casó hace una semana, en el Consulado español, con dos amigos como testigos. «Una boda -le digo- como las de las películas americanas».

José Luis nació, efectivamente, en Palma, donde vive su familia. «Mi padre es médico pediatra y mi madre, auditora». Estudió Primaria y Bachillerato en La Salle, mientras que la carrera de Arquitecto la hizo en Madrid, adonde se fue a vivir con 18 años. Allí, en una boda, conoció a la que sería su novia, y hoy es su mujer. En el hotel les saludaron los empresarios mallorquines que han elegido esta bella ciudad para disfrutar de la recta final del viaje que han estado haciendo durante doce días a través de cuatro ciudades chinas. Y lo que son las cosas: José Luis reconoció, nada más verle, a Juan Mateu, uno de dichos empresarios. «Tú eres Juan Mateu -le dijo, recordándole a continuación-: estudiamos juntos. ¿Te acuerdas?». Y Juan Mateu, que se sorprendió un poco al principio, reaccionó dándole un apretón de manos. «¡Vaya que si me acuerdo...! Como que estudiábamos uno al lado del otro», le dijo. Desde entonces a la víspera del 1 de mayo, en que se han reencontrado en Pekín, han transcurrido 17 años. ¡Quién les iba a decir que se verían después de tanto tiempo! Y aquí, tan lejos de La Salle.

Pedro Prieto