TW
0

De nuevo el terrorismo islámico sorprende al mundo con una imagen de horror. Esta vez la víctima ha vuelto a ser Estambul, como representante de una democracia islámica «moderna», aunque se han elegido intereses británicos, lo que conduce a los analistas internacionales a creer que el Reino Unido está en el punto de mira de los locos asesinos. No resultan extrañas, pues, las exageradas medidas de seguridad adoptadas en Londres con motivo de la visita de George Bush.

Así las cosas, el mundo vuelve a temblar y lo hace con un temor cada vez más cercano. Porque Turquía está ahí, a la vuelta de la esquina, y constituye un destino turístico habitual entre los españoles. Por eso quizá el ataque a Estambul nos amenaza un poco más.

Detrás de este ataque está la sombra de Al Qaeda, que pretende desestabilizar a todos los países árabes que se muestran partidarios de apoyar a Occidente. Y ciertamente, mientras en Irak continúe degenerando la situación y en tanto los palestinos sigan viviendo tras el muro de la vergüenza construido por Israel no van a mejorar las cosas.

El error de táctica cometido por la coalición aliada al no establecer un claro programa de recuperación democrática y reconstrucción en Irak está empezando a salir muy caro. Toda la región parece desestabilizarse por momentos y tampoco parece que se aporten nuevas soluciones al problema.

Quizá es ya hora de que la ONU recupere su fuerza y plantee una alternativa seria al caos en que se ha convertido la posguerra iraquí y al polvorín israelí, pues sólo una base firme en esos dos puntos negros podría -como afirman los aliados- suponer un cambio de rumbo en toda la región, además de aplacar las iras de muchos sectores del mundo árabe.