Seguimos inspirándonos en los juegos imaginarios y simbólicos
que desde tiempo inmemorial han sugerido objetos, animales,
geometrías, etc. Una parte sensible de nuestros deseos y
necesidades de comprensión y protección, de explicación, sentido y
seguridad, se conmueve por tal o cual combinación de imágenes,
cualidades de plantas, y gracias a ello establecemos un lenguaje
con el destino, la naturaleza y sobre todo con aquello que es
permanente y nos prevalece, con la comprensión o filosofía perenne
de la vida.
Así el pentagrama resume para nosotros el hombre medieval, el
alquimista griego y el astrólogo caldeo, las formas o números de un
microcosmos en el que lo masculino, el tres, y lo femenino, el dos,
se unen en armonía. Vemos el mito del andrógino. Muchos grupos han
escogido el pentagrama como emblema para reconocerse y
distinguirse, como si de un guiño de sabiduría secreta se tratara;
en este sentido fue usado por los pitagóricos.
Habla de cumplimiento y de bienestar, ya que es la conjunción
armónica de dos fuerzas complementarias y antagónicas, lo masculino
y lo femenino. El Pentagrama, que con facilidad nos recuerda al
personaje con los brazos y las piernas extendidas en actitud
abierta y expansiva, nos ofrece una concreción gráfica de la
fuerza, del poder desde una idea completa de perfección. Paracelso
defendía esta idea. Es una de las imágenes de más fuerza
protectora.
Habitualmente se traza en el aire con la mano, frente a uno, en
aquel lugar o pasaje que se quiera proteger, extendiendo el brazo
lo más que podamos. Los vemos dibujados en suelos, paredes,
puertas, techos, a la intemperie y en lugares cobijados...
Frederic Suau
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