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Los «niños de Rusia» visitaron ayer el Consolat de la Mar, donde fueron recibidos por el president del Govern de les Illes Balears, Francesc Antich, quien les rindió un caluroso homenaje. Pero los «niños» ya no son tan jóvenes. No en vano, han pasado más de 60 años desde que partieron, abrumados por la Guerra Civil española, hacia el país del frío. En la mayoría de casos fue un éxodo largo y difícil, que marcó profundamente sus vidas.

Rusia, sin embargo, fue amable con los exiliados. Allí muchos cambiaron su vida, conocieron nuevas gentes y otros paisajes. José Domínguez, Dolores Santamaría, José Català, Bibiana Herrero, Carmen Sarquella, Constantino López y Eloína Rapp Lantaron nacieron en diferentes puntos de España. Casi todos provienen del norte (Cantabria, País Vasco o Catalunya). Residen en Mallorca desde hace años, donde han establecido su residencia fija. Desde nuestra templada Isla aún recuerdan las mañanas frías y el cielo moscovita. Antich regaló a cada uno una insignia del Govern y se sentó a desayunar con ellos en la antigua capilla del Consolat.

Allí pudieron hablar largo y tendido sobre sus largas y azarosas trayectorias vitales. No hay que olvidar que el president es especialmente sensible a este tema, ya que nació en Venezuela. Sus padres habían emigrado al país americano escapando de la dictadura de Franco. Constantino López tiene actualmente 88 años. Nació en Barcelona, pero pronto el destino le separaría de su tierra natal.

«Poco después de cumplir los 20 fui a un curso de pilotos de la República. Era el año 1938 y me quedé allí. Me costó adaptarme pero lo hice. Aprendí el idioma ruso y trabajé mucho. En 1956 volví a Catalunya, donde estuve viviendo unos 20 años. Finalmente, por mediación de mis hijos, me instalé en Mallorca. Trabajé durante muchos años como delegado de una empresa rusa en la Ciudad Condal, donde hacía de traductor. Por temas de negocios he vuelto unas seis veces al país del norte. Nunca me he arrepentido de haber vivido allí». Su esposa, Carmen Sarquella, también tiene una larga historia: «En el año 1939 fui a Francia, donde estuve en un campo de concentración. Tenía 16 años. Desde allí, con mi hermana, emprendí el viaje a Rusia. Allí estudié en la Casa de Niños. Finalmente en el 43 conocí a mi marido».