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La organizantoj desirs ke la partoprenantoj estu bona kaj kontentaj, lo que en esperanto significa «La organización desea que los participantes esten bien y contentos». Una lengua neutral de proyección internacional, ideada por el polaco Ludwik L. Zamenhof en 1887, que este fin de semana celebra en Sóller, su XXI Congreso para conmemorar el 75 aniversario del Congrés Català de esta modalidad lingüística que acogió la villa en 1927.

«El esperanto significa no dar preferencia a ninguna lengua nacional sobre las otras, ya que sin pertenecer a ningun país es patrimonio de toda la humanidad», indica el especialista y doctor en historia Xavier Margais. No en vano, el centro de Can Dulce, que acoge a unos sesenta participantes inscritos, pertenecientes a unos diez países de distinta lengua, constituye todo un ejemplo de fraternidad humanista plena de soltura y fluidez.

En el emblemático casal de exposiciones de Sóller aún se conserva la bandera con la estrella verde de los esperatistas, que en el valle de los naranjos celebraron el anterior congreso hace tres cuartos de siglo. Un evento que algunos de sus antiguos participantes todavía recuerdan con emoción, durante estos días de singular comunicación. Veinte años atrás, en 1907, se inauguraron en Palma y Maó los primeros clubes de esperanto, destinados a una minoría letrada. Durante los años 20 se abren diversos centros en la isla, que adquieren mayor desarrollo coincidiendo con el advenimiento de la II República. Un período de esplendor que culmina de forma trágica con la guerra civil y su prohibición tras el Alzamiento. Al que sigue un tiempo de censura que se prolonga hasta 1961, con la celebración del primer congreso autorizado.

El actual desarrollo de Internet ha permitido una notable difusión del esperanto por todo el mundo, como una herramienta de entendimiento entre las más diversas culturas, ideologías y etnias. «Su gramática lógica, regular y sin excepciones permite su aprendizaje en un tiempo inferior a cualquier otra lengua y que sea más facilmente accesible a la mayoría de la población», indica Margais.