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Una espectacular concentración de trasatlánticos de lujo, de proporciones históricas, llenó ayer el puerto de Palma de color, carácter y prestigio marítimo. No en vano coincidieron buques de tres de las escasas compañías con más de un siglo de historia legendaria: Cunard, P&O y Hapag Lloyd.

En total, seis emblemáticos paquebotes que aportaron alrededor de 6.000 cruceristas en tránsito, y 227.290 toneladas de registro bruto, entre los que destacaron los gigantescos superliners de la británica naviera Penisular & Oriental Aurora, entregado en 1995, y Oriana, en 2000, de 76.152 y 69.153 toneladas de registro. Estos dos buques, cuya decoración y ambiente se inspira en la época dorada de las comunicaciones marítimas transoceánicas, realizan una vez al año la vuelta al mundo en direcciones inversas y a lo largo de tres meses de navegación, con escalas en más de veinte puertos. Así, al contrario que la mayoría de trasatlánticos de nueva construcción, han sido diseñados para largas travesías, a imágen y semejanza de sus antecesores, al servicio colonial. La curiosa coincidencia de ambos colosos a pocos metros de distancia congregó a un numeroso público a lo largo del espaldón del Dique del Oeste durante toda la jornada.

Al tiempo, en los muelles de Poniente amarraron el tambien inglés Caronia, (uno de los últimos grandes clásicos en servicio desde 1973 y que recientemente ha sido pintado con los colores tradicionales de los más célebres ocean liners), junto a los alemanes Albatros (todo un veterano del Atlántico Norte de 1957, ahora en servicio turístico para el turoperador Phoenix), y el nuevo Europa, de Hapag Lloyd, un navío de alto nivel para apenas 400 pasajeros alojados en suites con terraza privada. Mientras, en Peraires, atracó el Seadream I, que por sus dimensiones y carácter exclusivo es comparable a un gran yate.