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Numerosos visitantes, en su mayoría extranjeros, acudieron ayer a bordo del buque escuela danés Danmark con motivo de su jornada de visita. Apenas dos horas, entre las dos y las cuatro de la tarde, que se vieron favorecidas por un intervalo de buen tiempo en medio de sucesivas tormentas, que llegaron a encrespar las aguas de la bahía.

Franqueada la pasarela, custodiada por uno de los ochenta cadetes, (entre los hombres y mujeres, que forman su tripulación), el público asistente, desde niños de corta edad a veteranos amantes de la mar, pudieron saborear el carácter de un clásico velero con setenta años de vida marinera. Cubiertas de teca, maderas barnizadas, puente de madera, grandes ruedas de timón, bitácoras dignas de un museo, telégrafos de órdenes de bronce, anclas Almirantazgo, y todo un sinfín de objetos náuticos dignos de un museo naval, desfilaron ante los ojos del visitante, tranportado a otra dimension en el tiempo.

Una época romántica en la que la vela en su más bella expresión, la fragata, dominaba mares y oceános uniendo pueblos y continentes, forjando el espíritu del marino. El Danmark ha llegado a Mallorca tras cruzar el Atlántico, procedente de los Estados Unidos en un crucero de instrucción de tres meses de duración. Allí permaneció durante la Segunda Guerra Mundial adiestrando cadetes del servicio de guardacostas norteamericano bajo mando danés, período del cual conserva una placa conmemorativa. Este buque es historia viva y en Dinamarca despierta un sentimiento muy especial, exclusivo de lo único e irrepetible.