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Cuando ya casi habíamos olvidado el islote Perejil, Marruecos, inmerso en las primeras elecciones legislativas desde la ascensión al trono de Mohamed VI, retoma el asunto y precisamente con no muy buenas intenciones.

De momento, se ha desconvocado la visita que tenía prevista hacer a España el ministro de Exteriores del país alauita con el objetivo, justamente, de cerrar la crisis de Perejil. Desde Rabat se acusa a Madrid del aterrizaje de un helicóptero en el islote, cosa que se niega rotundamente en el Gobierno español. Si ha habido una violación del espacio aéreo marroquí, como dicen allí, ha sido por parte de una cadena de televisión, que rodaba un reportaje a bordo de una avioneta.

Pero, aclarado ya el malentendido, no había razón alguna para anular la reunión bilateral.
Más bien parece que desde el país vecino se está intentando instrumentalizar el tema para intereses políticos internos o que, como dicen las malas lenguas, el monarca está enemistado con Aznar y no cejará en su empeño de torpedear las relaciones con España mientras aquél permanezca en el Gobierno.

Quién sabe qué pasará por la mente de Mohamed VI, pero si hay algo claro es que desde Marruecos no se hace el más mínimo esfuerzo por normalizar unas relaciones que necesariamente tienen que mejorar, pues entre ambos países existen asuntos pendientes suficientes como para dejar de lado lo que nos separa y empezar a trabajar en lo que nos preocupa: inmigración, tráfico de drogas, Ceuta y Melilla, la pesca, el futuro del Sáhara... No olvidemos que a finales de este mes representantes de Madrid acuden al Consejo de Seguridad de la ONU para defender las resoluciones que obligan a convocar un referéndum en el Sáhara.