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Vestidos con traje claro impecable, y armados con la clave, las maracas, la guitarra, el bajo y el güiro, los músicos de la Vieja Trova Santiaguera demostraron tener aún mucha energía para derrochar en esta gira que llevan a cabo con la intención de despedirse de los escenarios. Ante un numeroso público de todas las edades y también armado de entusiasmo, la veterana formación cubana rebosó ritmo y humor, hasta el punto de que una buena parte de los espectadores reunidos en el pabellón Galatzó de Calvià para la ocasión abandonaron las sillas en las que estaban sentados porque no pudieron resistir la tentación de echarse a bailar al son de las pegadizas canciones.

La Vieja Trova Santiaguera basó su repertorio en las canciones que integran su último disco editado, que lleva por título «El balcón del adiós», en referencia a esta despedida del mundo del espectáculo, y durante las dos horas de concierto arrancaron muestras de júbilo de un público multicultural "entre el que se hallaba todo aquel que se precie de admirar la música latina" y muy entregado, que disfrutó de lo lindo.

Como colofón del concierto, el «niño», como llaman a Ricardito, el integrante más joven de la formación, con «sólo» 75 años, lideró a los miembros más atrevidos del público, que se decidieron a subirse a bailar al escenario, mientras los santiagueros se despedían de mallorquines y visitantes invitando a todos, hermanos, «a bailar mi son cubano».