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La cita era a medianoche en el Mega Park, que es cuando la calle de la Platja de Palma comienza a animarse. Puntualmente llegó el conseller d'Interior del Govern balear, Josep Maria Costa, acompañado por el director general del departamento, del presidente de la Asociación de Hoteleros de la Platja de Palma y de Ana Rodríguez, miembro de la plataforma antidelincuencia de la citada zona. En el Mega le estábamos aguardando con el cantante Jaume Sureda, que ha visto evolucionar la Platja, «y no para bien precisamente», y dos empresarios, Ricardo "mencionaremos únicamente los nombre de pila", propietario de un pequeño hotel en tercera línea "carretera militar" y Tolo, propietario de otro pequeño establecimiento hotelero y de un bar en la citada vía.

Porque la sfren, son gente que conocen la problemática que ha generado la inseguridad ciudadana que padecemos, y que a medida que ha transcurrido el tiempo ha aumentado hasta el punto de que hoy, allí, no es sencillo vivir tranquilamente, pues siempre está presente el sobresalto, llámese trilero (ahora reciclado a carterista), carterista de toda la vida, prostitutas subsaharianas, vendedores de droga y tironeros, la mayoría en los últimos tiempos también subsaharianos, etc., gentes que serían bien recibidas si vinieran a trabajar, no a delinquir, y contra quienes "así se lo explicaron al conseller los vecinos", pocas cosas se pueden hacer mientras las leyes no cambien, pues los detienes y al poco rato están en la calle.

«Y eso tiene desmoralizada a la policía», manifestó Ana Rodríguez, que de trileros, prostitución callejera, claveleras, timadores, rateros, etc., se lo sabe todo porque, desgraciadamente, también lo está sufriendo desde hace años. Quedando claro que la policía hace lo que puede y que su efectividad sería mucho mayor si la Ley respaldara sus actuaciones, echamos a andar. Tras darnos una vuelta por la calle del Jamón, a esas horas "primeras de la madrugada" con menos gente en la calzada que la vez anterior que pasamos por ella, retomamos la segunda línea para ver cómo las primeras prostitutas, llegadas en el autobús de medianoche, iban tomando posición en las esquinas.