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La población inmigrante extranjera en Balears ya supera los cien mil habitantes, llegando al 12 por ciento de la población. Esto supone que, en términos relativos, es la autonomía con más residentes nacidos en otros países. En concreto, en Balears tienen papeles 105.957 inmigrantes, la mitad de los cuales (un 48'7 por ciento) procede de la Unión Europea, un 22 por ciento, de Sudamérica y un 11'20 por ciento es magrebí. Estas son las cifras oficiales, a las que hay que añadir los inmigrantes que trabajan sin papeles en nuestra Comunitat, algo más difíciles de cuantificar.

Dentro de tres semanas terminará el verano y, con él, miles de contratos de trabajo. Los presagios para el otoño no son nada optimistas. Todo hace prever que, tras una temporada muy floja, no habrá muchas oportunidades laborales. Ni para los autóctonos, ni para los inmigrantes, con o sin papeles, condenados en no pocas ocasiones a aceptar los trabajos más incómodos. Ojalá que no se cumplan los pronósticos más pesimistas.

Mientras tanto, habría que preguntarse si Balears está en condiciones de seguir soportando la llegada de más inmigrantes. Según los expertos, su trabajo es necesario para seguir manteniendo las tasas de producción, debido, en parte, a la baja tasa de natalidad, que, por cierto, ha aumentado en nuestra Comunitat debido a este incremento de la población inmigrante. La preocupación se centra en los extranjeros ilegales, y las aspiraciones deberían dirigirse a la integración total de un colectivo que vive y trabaja en las Islas. Vivir en Balears, como en cualquier otra comunidad, implica un acercamiento a nuestra cultura, lengua y costumbres, sin que ello signifique renunciar a las de sus lugares de origen. Para ello hace falta el esfuerzo de todos, de los que han nacido en estas islas y de los que han elegido venir para quedarse.