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«Vivimos en una sociedad que disfruta de una alta tecnología en manos de unos seres subdesarrollados emocionalmente, y buena parte de la culpa la tiene el actual sistema educativo, basado en el conocimiento de materias curriculares, que sirven para la vida pública, pero que no enseña en ningún momento al individuo a resolver conflictos».

Las profesoras del Departamento de Psicología Básica de la Universitat de Barcelona Montserrat Moreno y Genoveva Sastre son las autoras de un método de aprendizaje emocional y resolución de conflictos, ya aplicado en algunas escuelas de Barcelona, y ayer participaron en un taller sobre «Feminismo y resolución de conflictos personales», en el marco de la VI Universitat d'Estiu d'Estudis de Gènere.

Este modelo educativo, indicó ayer Moreno, repercute en las sociedades modernas, que combinan «una gran preparación para el desarrollo tecnológico, incluido el militar, y muy poca para la resolución de conflictos». Con el peligro que ello conlleva, añadió, «puesto que los que mandan en el mundo, con poder para destruir pueblos enteros, también son individuos que un día fueron escolares y son también analfabetos emocionales». Por eso, las profesoras insistieron en la necesidad de que en las escuelas se trabaje en el desarrollo de la inteligencia en el campo de las emociones y de la resolución de conflictos.

Moreno subrayó, además, que la mujer se ha introducido en la enseñanza «físicamente, no psíquicamente» porque sus valores, que suponen «un estilo diferente de resolver los conflictos, una expresión más espontánea de las emociones o una mayor sensibilidad para conocer los estados de ánimo del otro no están todavía presentes en el sistema de enseñanza». A su juicio los varones, al no ser receptores de estos valores están discriminados, por lo que proponen introducir aspectos de la vida emocional en la escuela, por considerar que «a través de las emociones es mucho más fácil llegar al conocimiento», toda vez que los estudios actuales de neurología y psicología demuestran que el corte entre emoción y cognición «es inoperante».