Lothar es el tercer hijo de Erika y primero de su segundo matrimonio.

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Erika Vosseler pasa unos días de descanso en Mallorca en compañía de su hijo Lothar. Vive en Paderborn (cerca de Hannover), tiene 88 años y parece una mocita. Porque tendrían que haberla visto caminar, o ascender por la escalerilla del barco, o descender "por otra escalerilla" a las entrañas del Nemo. 88 años, 900 euros de pensión, dos maridos "ambos ya fallecidos" y cinco hijos, Gerhard y Gunhild, con Fritz Schröder, el primero, y Lothar, Ilse y Heiderose, con Paul Vosseler, el segundo, con la particularidad de que uno de ellos, Gerhard, es hoy el canciller de Alemania, y otro, Lothar, en el paro hasta que la empresa del Nemo le dio la oportunidad de trabajar en Mallorca, donde vive felizmente con su familia, y ahora más, pues tiene con él a su madre, que visita Mallorca por segunda vez. «Mi hijo Gerhard, que estuvo en Mallorca hace dos años, me habló muy bien de Mallorca. Y para animarme a que viniera, me ha pagado el billete».

Erika, que al quedar viuda y con hijos tuvo que trabajar en lo que fuera, limpiando pisos, por ejemplo, «porque tenía que alimentar a mi familia», ha visto cómo uno de sus retoños ha llegado a la cumbre más alta de la política de su país mientras que el otro, tras estar en el paro durante tiempo, milagrosamente ha encontrado un trabajo como relaciones públicas de un submarino turístico. Ambas cosas las encuentra normal. ¿Por qué no? Si Gerhard vale, ¿por qué no puede ser canciller? ¿Y también, por qué no puede quedarse sin trabajo el hermano del canciller? «Mis hijos "dice" se llevan muy bien. ¿Que si todos votan al partido de Gerhard? "sonríe". Seguro que sí».

Le preguntamos sobre la polémica levantada en Alemania por el color del pelo del canciller. «Dígame, señora Erika, ¿se tiñe el pelo su hijo, como dicen en la oposición?». Vuelve a sonreír. «Yo le puedo asegurar que el color del pelo de mi hijo es el original. Jamás se ha teñido». ¿Teme, en ocasiones, por la seguridad de su hijo, el canciller?.«Sí. Temo, sobre todo, cuando se sube a un avión». Su hijo Lothar permanece en silencio a su lado. Escucha y de vez en cuando sonríe. ¿Quién jugará la final del Mundial, Lothar? «Alemania y Senegal. Y ganará Alemania».