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Siempre tenemos mala suerte con él, o él con nosotros. Lo cierto es que por segunda vez, Garfunkel -socio de Paul Simon desde el 62 hasta que a finales de los 80 se separarony nosotros -nosotros y Garfunkel- tenemos problemas, y la fiesta nunca acaba como hubiéramos querido, con una foto en la que él, llegando a Palma, apareciese sonriente y no tumbado en el asiento trasero del coche que le fue a buscar, el sábado, a la terminal.

Hace ocho o diez años Garfunkel pasó unas vacaciones en Formentor. A poco que nos vio aparecer, se escondió. Se pasó todo el día escondido. Casi al anochecer le sorprendimos saliendo de no recuerdo que puerta y le pillamos. ¿Para qué tanta barricada si al final terminan cayendo?, nos preguntamos siempre ante casos como este.

Ahora, el sábado, cuando llegaba a Mallorca rescatado del olvido por Michael Douglas, dos de sus parachoques trataron por todos los medios de que el fotógrafo no hiciera la foto, que al final se la hizo. Y encima van y le aconsejan que cuando entre en el coche, se eche sobre el asiento, y así no le vemos. ¡Craso error del equipo de imagen del cantante! Pues le vimos, tumbado, escondiéndose absurdamente cuando una persona como él no tiene por que esconderse y menos delante de un fotógrafo, a quien en ningún momento increpó ni criticó su trabajo, puesto que el buen hombre, hasta que sus asesores intervinieron, salía tan tranquilo de la pequeña terminal, ajeno a la que se montó... y que le montaron.