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El agua que se consume en Palma tiene un índice de salinidad que cumple con creces las condiciones sanitarias permitidas. De hecho, y según manifestó ayer Arturo Cadenas, ingeniero de EMAYA, «los índices actuales de cloruros son los más bajos desde 1995, cuando Palma llegó a soportar niveles de 3.000 miligramos por litro. En la actualidad, no superan los 50 miligramos por litro. Disfrutamos de una calidad del agua excepcional. Otra cosa es el cloro, que a veces se concentra en los aljibes. Se resuelve dejando abierta la botella de la nevera», afirma.

La reglamentación sanitaria establece un máximo de 200 miligramos de cloruros por litro, niveles que tampoco fueron superados a lo largo del año pasado.

«Sólo hay una aportación de sales, que es la que procede del agua de Llubí. El hecho de que en un futuro el agua pueda tener más sales, no significa que no sea buena. El agua de Palma puede compararse con la que se consume en cualquier otro punto del mediterráneo. La «operación barco» ayudó a cambiar la calidad del agua que se consumía en Palma», añade Cadenas.