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Tradicionalmente el primero de mayo es una jornada festiva que la mayoría aprovecha para ir a la playa o pasar el día con la familia, en algunos casos después de haber acudido a las manifestaciones convocadas por los sindicatos. Pero este año el viejo día del trabajador viene con un pan debajo del brazo: la ecotasa. Un nuevo impuesto que ha nacido rodeado de polémicas y que, todavía, a día de hoy, no se sabe muy bien cómo funcionará. Finalmente parece que cada hotelero hará un poco lo que prefiera y eso puede crear cierta confusión en el cliente. Unos pagarán religiosamente, otros se librarán porque el empresario se hará cargo del abono y aun otros pagarán pero recibirán algunas compensaciones como contrapartida.

La iniciativa del Govern de entregar a los turistas un folleto a su llegada a las Islas en el que se explica la contribución de los visitantes a la mejora del medio ambiente en el Archipiélago sin mencionar siquiera el impuesto, no parece que vaya a aclarar demasiadas cosas. Ante el riesgo de crear más confusión se ha optado por la ambigüedad de un mensaje de bienvenida válido para todos los casos sin entrar en demasiados detalles. ¿Qué pasará a partir de hoy? No cabe esperar grandes sobresaltos. Todo apunta a que la aplicación de la ecotasa se desarrollará con tranquilidad. En interés de todos lo deseable es que se asuma el nuevo impuesto "lo pague el turista o lo pague el hotelero" como algo totalmente normal, sin dar a la ecotasa más protagonismo que el inevitable durante estas primeras jornadas. Lo que importa es ofrecer el mensaje positivo, tal y como pretende el Govern, de una comunidad turística que apuesta por la protección del entorno.

Cuando acabe la temporada, o cuando se pronuncien los tribunales, ya habrá tiempo de analizar lo ocurrido. Hasta entonces, la preocupación del sector turístico no tiene que ser otra que proporcionar a los turistas el mejor servicio posible. Y que regresen a sus casas satisfechos de sus vacaciones en Balears sin acordarse de la ecotasa.