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La chocolatada fue para muchos el final a la gran fiesta de Nochevieja, para otros una tradición tras las doce campanadas para comenzar con el nuevo año dulcemente, a base de chocolate con ensaimadas o churros. Desde las 00.30 horas hasta cerca de la una del mediodía del primer día de 2002, las principales chocolaterías mostraron un excelente ambiente a lo largo de toda la noche. A primera hora de la madrugada, ya en el nuevo año, los principales clientes fueron personas mayores que culminaron la fiesta con chocolate a la taza, bizcochos y ensaimadas.

Por cierto, la taza de chocolate rondaba los 2'23 euros (380 pesetas) y los cuartos, bizcochos y ensaimadas, a 1'38 euros (230 pesetas). Los churros tenían un precio que oscilaba entre las 260 pesetas, el plato o ración, y las 1.800 pesetas el kilo. La mayoría de los clientes pagó en pesetas y se les devolvía el cambio, también, en pesetas. La principal avalancha de gente, en chocolaterías, cafeterías y churrerías ocurrió entre las cuatro y las ocho de la madrugada. Los más jovenes, entre 18 y 30 años de edad, acudieron a la chocolatada al salir de las discotecas, pubs o bares de marcha.

Incluso alguno no podía apreciar el sabor de la taza de chocolate debido a la gran cantidad de alcochol ingerido. La noche transcurrió sin incidentes en las chocolaterías de Palma y con desbordante alegría y buen humor por la entrada en circulación de la nueva moneda. Algunos noctámbulos vieron amanecer en la terraza o tras las critaleras de la cafetería, degustando churros con chocolate. La gente vestía con elegantes prendas. Ellos con traje y corbata y ellas con vestidos largos y escotados, por cierto predominando el color negro de moda. Una noche larga y muy divertida, que muchos recordarán a pesar de que aún no se han recuperado de la resaca de Nochevieja.