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Tras darme las gracias por escribirle, me cuenta algo de lo que hace a diario «en este infierno» dejándome claro desde el principio que «no puedo contarte mucho del caso porque los guardias lo leen todo».

Pablo, que escribe en castellano, pero que se ve que le cuesta bastante construir frases más o menos coherentes, cuenta que se levanta muy temprano, de noche. «Hago mis ejercicios durante casi dos horas, cosa que procuro hacer todos los días; cuando termino vienen con la comida, y cuando termino de comer empiezo a escribir a toda la gente que me ha escrito desde España y sobre todo desde el País Vasco. Sólo nos dejan bañarnos tres veces a la semana. También podemos salir al patio dos veces a la semana, dos horas cada vez cuando termino de comer. Pero el único tiempo en que me siento libre es cuando mi mujer o mi familia vienen a visitarme. No sé... pero si mi mujer no me apoyara como lo está haciendo durante este tiempo, no sé qué hubiera podido hacer durante tantos años. Todas las noches pienso cómo me pudo pasar ésto. Yo no soy un angelito, pero tampoco soy un asesino... La noche de este crimen yo estaba con mi mujer. Pero tengo fe en que Dios me va a ayudar a salir de aquí y tener una vida libre con mi familia. Bueno, amigo, hasta la próxima. Espero verte pronto, aquí o ahí. Recibe un fuerte abrazo y que Dios te bendiga».

A Pablo le queda un largo y duro camino por recorrer. Primero tienen que conseguir que le hagan un nuevo juicio, y si lo logra, demostrar al jurado que es inocente. Sería como la historia de Joaquín José Martínez. De ahí que la familia, el padre sobre todo, busque dinero desesperadamente para hacer frente a los gastos que conlleva la revisión. Quien quiera y pueda ayudarle económicamente, vean cómo hacerlo a través de www.pabloibar.com; quien quiera animarle, que le escriba una carta a las siguientes señas: Pablo Ibar, L31244-G 1215 Florida State Prison P.O. Box 181, Starke. FL 32091, por lo que les quedará muy agradecido.